Cada estación que recordamos, Jesús se hacía presente entre nosotros en la oración, la meditación, y el canto. Su paso por el barrio nos dejó muchas enseñanzas: llevar la cruz cuesta, pero si mantenemos firme la mirada y los pasos hacia Jesús, la carga es más liviana, rezar, cantar y meditar entre todos es gratificante y nos ha dejado un dulce sabor de que el Señor está allanando los caminos para entrar en nuestros corazones y que la luz da seguridad, confianza y paz.
A todos los que se animaron a recorrer éste camino ¡muchas gracias! Alumnos, docentes, padres, vecinos y sobre todo a Jesús que nos dio la mano y en todo momento sentimos las brisa de su presencia.
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